A veces ves en la TV cosas desastrosas y, aunque no paras demasiada atención, rezas para que no te pase a ti y, en el fondo, te sientes aliviado de que les pase a "los otros". Pero la cosa cambia cuando "los otros" eres tú..., es entonces cuando percibes realmente la magnitud de los desastres.
No parece mi pueblo. No queda ni un árbol de pie. El paisaje es terriblemente dantesco. Lo que antes habían sido unas hermosas calles con sus casa ajardinadas hoy sólo es escombro, ramas, cristales, tejas, murallas y hierros, farolas, señales, contenedores de basura, cables eléctricos...
Impotencia. Quizás esa sea la palabra. Mi caso, que no me puedo quejar, es bastante "light": vivo bajo dos árboles que se aguantan por puntos de apoyo estratégicos y que les permite mantenerse ahí sin que corramos peligro o al menos eso nos dijeron los mossos d'escuadra. Llevamos días esperando los bomberos, no dan abasto. Parte de la chimenea rota, tejas rotas, tiestos rotos, baldosas del tejado del porche que han desaparecido y ramas por todos lados...días y días, horas y horas sin luz, ni teléfono ni móvil, ni calefacción. Hasta hace minutos.
Otros correrán menos suerte que nosotros. Hay casas literalmente sepultadas por árboles enteros arrancados de cuajo, coches aplastados, muros antes preciosos, hechos añicos... Habrá gente, mis vecinos, mis amigos, que se pasarán meses sin luz, ni teléfono, ni calefacción, rodeados de un entorno arrasado. Consecuencia de más de 200 km/h se ha declarado zona catastrófica.
Aún así hemos tenido suerte. Estamos todos bien. Ningún herido, ningún muerto... podemos considerarnos afortunados. Sin embargo en otros puntos puntos del país sí han muerto personas, entre ellas niños. Mi más sentido pésame.
En fin, nosotros nos recuperaremos, poco a poco, lentamente, pasarán días, semanas, meses, pero saldremos de esta.
Una pequeña muestra, la parte MENOS afectada: