jueves, 19 de febrero de 2009

Calorcito

Madre mía de mi vida... ¡¡¡si resulta que hace casi 1 mes que no actualizo el blog!!! Joder como pasa el tiempo, entre pitos y flautas y yo que apenas me doy cuenta. Avisadme coño. La culpa es de Mar. Además ni me enteré que hace mes y medio, más o menos, cumplí 2 años en la blogosfera.

Pero como decía antes, el tiempo pasa que no me entero y en menos que canta un gallo estará aquí otra vez mi ansiada y querida primavera. Y eso lo sé no por que lo diga el hombre del tiempo, sino por mis propios métodos.

Por el emplazamiento del edificio donde trabajo, su orientación y según como esté la posición del planeta más otro cúmulo de varemos físicos que desconozco y no tengo el más mínimo interés en conocer, hace que durante unos minutos al día (alrededor de las 8:00 de la mañana), el sol se cuele por la ventana y bañe todo el lugar de trabajo de una luz dorada.
Pero no es una luz común, es una iluminación que sólo he visto en este lugar, en esta época del año y a esta hora. Es un una luz más dorada de lo normal, más brillante, más cegadora, más atrayente, seductora, hipnotizadora que jamás he visto. A mí por lo menos me deja embobado, en trance, los pocos minutos que aparece. Después se va. Con la misma majestuosidad con la que aparece, desaparece hasta el día siguiente, y así hasta que deje de verla, el 29 de marzo, que será cuando cambien la hora. Pero hoy es 19 de febrero y la he visto por primera vez. Ha empezado a asomarse tímidamente como diciendo: preparaos que en 2 o 3 semanas me veréis en pleno apogeo

Pues esta es la señal. Significa que los últimos fríos de este triste, insípido y deprimente invierno tienen los días contados. Por fin termina esta época del año en la que estoy más muerto que vivo. Además hoy he visto la primera abeja mientras me adormilaba durante 5 minutos en el jardín (soy como una lagaratija, allí donde haya sol, allí estaré yo).

Pronto podré decir: que te jodan invierno de mierda, hasta dentro de medio año no nos veremos.

Obsequio de mar: