¡Yo no soy una esponja!

Hay gente que me saca de mis casillas, y procuro tomármelo con calma, pero ya ves... tengo un límite. Los hay que solo me dicen: Hola el otro día me pasó algo terrible... bla, bla, bla. Entonces me quedo pensando... ¿y qué tal si después del "hola" me preguntas cómo estoy o cómo me va...? Aunque me vaya mal, siempre diré que bien, ¡pero pregúntame!

Yo nunca cuento nada, lo que me atormenta, mis problemas, mis conflictos, mis tristezas, mis temores... son míos, míos y de nadie más. Yo me los guiso y yo me los como. No soy de acero, también sufro y me entristezco, las cosas me afectan como al que más... pero que no lo exteriorice no significa que no me ocurra. No tengo la necesidad de contarlo... es como las almorranas, sufro por dentro, en silencio, pero sufro...

A veces pienso...¿En qué me convierte eso? Pues ya ves en alguien "ideal" para salir por ahí por que mira, tu le cuentas todo, él te escucha y además tienes la ventaja de que nunca te contará nada ni tendrás que aguantar sus bajones ni escuchar sus rollos... ¡vamos!

De acuerdo, me da satisfacción aconsejar, me gusta que confíen en mi, (como todos), pero... ¿qué pasa conmigo?, yo también necesito un golpecito en el hombro, un venga que tu puedes... joder, que soy humano, que tengo corazón... no soy insensible.